El mayor empresario de la industria del juego en el Perú edificó una compleja red de más de una docena de empresas offshore por la época en que sus salas de tragamonedas se multiplicaban sin pagar impuestos amparadas en acciones judiciales y sus negocios se diversificaban. La firma de abogados panameña Mossack Fonseca lo ayudó a crear una estructura de empresas de papel, encabezada por una fundación, que desde hace cinco años controla cada paso de sus inversiones.
A mediados de los años noventa una súbita fiebre por las máquinas tragamonedas invadió Lima y otras ciudades del Perú. Las había en todos lados, desde bodegas de barrio hasta edificios al estilo de Las Vegas. Uno de los hombres detrás de ese fenómeno fue el empresario peruano de ascendencia húngara Félix Rosenberg Guttman, quien pronto se convirtió en figura central de la millonaria industria de los juegos de azar. Rosenberg había repotenciado la fábrica de prendas de vestir de sus padres para incursionar en una tentadora actividad que ofrecía ganancias con poco control del Estado. Pronto levantó un imperio de salas de juego que funcionó por una década sin pagar impuestos, amparado en medidas judiciales. Los Panama Papers acaban de revelar uno de sus últimos secretos: la red de más de una docena de sociedades offshore que usó para el manejo de sus negocios.
El hombre que la prensa peruana bautizó como ‘el rey de las tragamonedas’ fue uno de los principales clientes del bufete panameño Mossack Fonseca, según documentos y correos que forman parte de lo que se considera la filtración periodística más grande de la historia. Con esta información, Ojo-Publico.com ha podido establecer que Rosenberg se hizo apoderado de por lo menos trece compañías creadas en los paraísos fiscales de Panamá y Nevada entre los años 2005 y 2014, precisamente la época en que registró su mayor crecimiento empresarial.
También ha confirmado que, mediante ese proceso, Rosenberg edificó una estructura empresarial de gran opacidad y dimensiones hasta ahora desconocidas, en la que intervinieron personajes ligados a su entorno, empleados de sus compañías peruanas, y más empresas de fachada. Esta es la historia menos conocida de su fortuna.
EL ORIGEN
Rosenberg es lo que se dice un hombre hábil para hacer dinero. Hijo de inmigrantes húngaros dedicados a la confección de ropa, logró convertir la fábrica de sus padres en uno de los principales proveedores de uniformes para empleados estatales al mismo tiempo en que él mismo se convertía en un potentado de los juegos de azar. Entre los años 2004 y 2015, el Consorcio Carolina –denominado así en memoria de su madre– ganó 292 contratos públicos por un valor de 122 millones de soles, de acuerdo con reportes oficiales revisados por Ojo-Publico.com. Entre sus clientes están casi todos los ministerios, el Poder Judicial y el Banco de la Nación.
Lo curioso es que al menos por un par de años, su buena estrella como proveedor del Estado corrió en paralelo a su larga batalla legal para evitar que las autoridades tributarias fiscalizaran sus negocios de tragamonedas. Una estrategia que empezó en mayo de 1998, cuando obtuvo un fallo judicial que bloqueaba toda acción de control a sus salas de juegos con el argumento de que violaban su derecho al trabajo y la libre empresa. La fórmula fue adoptada también por otros empresarios del sector, muchos de los cuales integraban la Cámara de Operadores de Máquinas de Juego Tragamonedas del Perú, fundada por el propio Rosenberg.
Tres años después, en el 2001, el empresario logró que un juzgado de Andahuaylas admitiera una acción de amparo para quedar fuera del alcance de la ley que creaba el impuesto de 20% sobre los ingresos totales de los casinos y tragamonedas. Fue en este momento que apareció el primer síntoma de su ingreso al mundo de las empresas de papel: La medida fue presentada a través de cuatro compañías de juegos de azar cuya matriz fue una sociedad offshore panameña llamada South Marine Overseas, según informó en su momento IDL-Reporteros.
Los Panama Papers han revelado ahora que en el 2005, por la época en que ya poseía casi la mitad de las más de seiscientas salas de tragamonedas que operaban en todo el Perú con acciones de amparo, Félix Rosenberg se convertía en apoderado legal de varias compañías offshore. La primera fue la sociedad panameña Dorset International Overseas SA. Al año siguiente tomó el control de otras tres sociedades offshore en diferentes jurisdicciones: Princenton International LLC y Arcom Group LLC, con sede en Nevada; y La Cascada del Norte SA, en Panamá.
Para: Mossack Fonseca & Co. (Corporations - Panamá)
Asunto: BALDEN EQUITIES CORP.
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En el 2007, el Tribunal Constitucional declaró ilegales las acciones de amparo que durante una década habían librado del pago de impuestos a Rosenberg y otros empresarios. A partir de ese momento todos debían formalizarse ante el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. Solo entonces, el rey de las tragamonedas pidió licencias y sometió a la regulación tributaria las más de 120 salas que tenía en distintos distritos de clase media de Lima.
En paralelo, a muchos kilómetros hacia el norte, sus abogados y agentes panameños extendían sus conexiones con los paraísos fiscales al registrarlo como apoderado de otras tres offshore: Janwell Consultans SA, Fortlane Properties SA y Damasco Asociados Inc. Todas fueron abiertas en Panamá mediante el estudio Mossack Fonseca. "Ninguna de esas empresas ha abierto cuentas bancarias o hecho operaciones", señaló el empresario desde Miami, en una entrevista telefónica tripartita, con la presencia de su contador, Marco Saldaña y uno de sus abogados, Frank Apolaya, en la redacción de Ojo-Publico.com.
EL IMPERIO
En poco más de dos décadas, el grupo empresarial de Rosenberg se convirtió en una estructura trasnacional que incluía, además de las salas de tragamonedas y la fábrica de confecciones, una constructora de viviendas, una distribuidora de máquinas para la industria textil, una imprenta industrial, restaurantes, hoteles y gimnasios. En algún momento sus inversiones se extendieron a Colombia, Bolivia, Honduras y Nicaragua. El proceso alcanzó su clímax en febrero del 2010: ese año el millonario fue nombrado protector de la Fundación International Cared, una institución sin fines de lucro creada también en Panamá.
El objetivo de esta nueva razón social era establecerla como cabeza de todo el entramado empresarial que había convertido a Rosenberg en un magnate a escala regional. A decir de sus propios asesores legales, la fundación se convirtió en el paraguas de todas las demás sociedades offshore, que su vez controlan todas las operaciones en el Perú y Nicaragua (según dijeron, dejó de tener inversiones en los demás países). Cada decisión que se toma en las distintas empresas –que reúnen a más de 3 mil trabajadores– depende en última instancia de lo que disponga la fundación. La palabra final la tiene el protector, Félix Rosenberg, y un comité designado por él.
Se desconoce el número de sociedades que integra este conglomerado. Sin embargo, los papeles de Mossack Fonseca, filtrados hace unos días a la prensa mundial, revelan que entre los años 2013 y 2014, y siempre por intermedio del estudio panameño, se agregaron tres sociedades de fachada a la lista: Balden Equities Corp., Tafarel Consulting INC, Glevens Industries Corp., Healthrow Poder Corp.
¿Cuántas offshore tiene usted?- se le preguntó.
-¿Cómo?
Que cuántas offshore tiene usted o de cuántas es apoderado...
-Mire, la información que usted tiene de las empresas (es cierta), son mías. Todas han sido hechas con el objetivo de hacer negocios en el presente o futuro. Todas están bajo la tutela o son subsidiarias de la fundación.
Consultado acerca de los alcances de ese esquema empresarial –en el marco de la investigación global de los Panama Papers–, Rosenberg manifestó que todas sus compañías funcionan de manera legal y que las sociedades offshore que le pertenecen son solo un instrumento para proteger su patrimonio de posibles disputas familiares. "El objetivo de las compras de estas offshore ha sido evitar que el día que yo fallezca haya peleas y se vaya a perder todo esto que se ha construido", señaló.
A través de su equipo contable, el magnate aseguró que sus empresas en Perú pagan 20 millones de soles al año en impuestos en el Perú. No se tiene evidencias de movimientos a través de las sociedades offshore. "Ninguna de esas empresas ha abierto cuentas bancarias o hecho transferencias", insistió. Sin embargo, admitió la posibilidad de que la compleja estructura empresarial elegida para sus negocios no haya sido correcta. "Si me he equivocado de la manera como se ha hecho, estoy presto a corregirlo", aseguró a ojo-publico.com.
La opacidad financiera de los paraísos fiscales como el que Rosenberg usa, un régimen de extrema confidencialidad, ha disparado las alarmas a raíz del caso Panama Papers. “No es un ejercicio de chismografía saber cuánto tiene una persona fuera o qué se llevó. Lo que se quiere saber es de dónde viene ese dinero y si ese dinero pagó impuestos”, señaló Sergio Espinoza, Jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, en entrevista con este medio “Cualquier forma de opacidad financiera que permita que las personas y empresas de cualquier giro puedan ocultar sus ingresos y las fuentes de sus ingresos, es peligroso para el sistema de lavado, para el sistema político”.